sábado, febrero 21, 2009

El Ángel de la Guarda, a 90 kilómetros por hora

Desconcentrado y muy alterado con su mano derecha tomó la gruesa aldaba y tocaba ruidosamente la gran puerta de encino. Nadie acudía.

Y seguía tocando. Miraba con la vista perdida.

Volteó hacia atrás. En medio de la bruma y a unos cien metros observó varios autos detenidos. Se acercó y quedose inmóvil. Sudaba.

Varios autos, un accidente en el tráfico, sirenas de ambulancias y oficiales de tránsito, se acercó aún mas, nadie lo detenía, de repente se vió reflejado en uno de los cuerpos, su misma cara, ropa, era él mismo. Tocaron su hombro, se volvió y de nuevo se vió reflejado.

Quien le tocó lo separa de la escena, y de nuevo le lleva hacia la puerta de encino ahora abierta. Le dice ser su Ángel de la Guarda y le explica que tuvo un accidente y que ahora lo llevará hacia otra morada.

Se enoja, lloriquea, le reclama que si es su ángel de la guarda por qué le dejó solo.

El Ángel de la Guarda le dice, yo no te dejé solo, tú fuiste quien me abandonó, a mí solo me es permitido volar hasta 90 kilómetros por hora, y tú ibas a casi al doble.

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